Fuente: Ciencia en Chile

Trematodo Tylodelphys, es el nombre del parásito que por primera vez se identifica en los puyes que viven en varios ríos del sur del país y que se aloja en la cabeza de estos peces de río de agua dulce y salada.

El nombre científico del puye es Galaxias maculatus, pero se conoce como puye o puyen y en su fase larval como cristalinos; se reconoce como una especie nativa en Chile, Argentina, Nueva Zelanda y Australia. En un reciente estudio publicado en la Revista Chilena de Historia Natural, por el especialista en estos peces, Dr. Konrad Górski, se registró por primera vez al parásito Trematodo Tylodelphys, en grandes cantidades en la cavidad craneal de estos animales.

Konrad junto al especialista en parásitos el Dr. Mario George-Nascimento de la Universidad Católica de la Santísima Concepción y la Mg. Ruby López-Rodríguez analizaron 166 individuos de puyes, recolectados en los ríos Imperial, Valdivia, Puelo, Maullín, Aysén y Baker. La sorpresa fue mayúscula cuando se dieron cuenta que, en la cavidad craneal, encima del cerebro de más de la mitad de los peces se encontraban trematodos Tylodelphys, sumando 1082 ejemplares, lo que representó el 89% de todos los parásitos recolectados en los 166 puyes revisados.

Konrad Górski, también es académico del programa de doctorado en Biología Marina de la Universidad Austral de Chile y destaca que es algo importante debido a que por primera vez se encuentra este parásito en puyes, “la abundancia de este parásito en puyes no se compara con la abundancia de ningún otro parásito y es tremendamente significativa. Es un parásito de alrededor de medio a un milímetro, que se mueve al interior del cráneo de los peces, ya que no está enquistado y pueden llegar a 100 individuos en un solo pez”.

Los académicos también determinaron que hay diferencias entre los peces que viven en la zona de lagos a los que viven en ríos y migran al mar en algún momento de su vida. “La abundancia de los parásitos en los puyes provenientes de los lagos es significativamente mayor en comparación con los puyes migratorios de los ríos” explica el investigador.

“Es probable que estas diferencias sean resultado de la abundancia del primer hospedador del parásito, el caracol Chilina dombeyana. El ciclo de vida depende de este primer eslabón, por lo que sus variaciones en el ecosistema pueden afectar directamente a la presencia y abundancia del parásito” agrega Ruby López-Rodríguez.

Los investigadores se percataron que los peces que están parasitados a diferencia de lo que uno pensaría, comienzan a subir de peso. “A éstos parásitos les conviene que el pez sea comido por un ave para completar su ciclo de vida, ya que es el hospedador final, el último eslabón del ciclo” concluye Konrad Górski.

El equipo de investigadores continúa trabajando para identificar genéticamente al parásito y estudiando los posibles efectos que tiene sobre el comportamiento del pez nativo, una pregunta clave que les queda por responder es ¿cómo es posible vivir con más de cien parásitos moviéndose alrededor del cerebro?

 

 

 

 

 

© Ruby López-Rodríguez